SOBRE LA FELICIDAD.
Antonio Muro.
El otro dia cuando se proponía el tema cite a un Psiquiatra estadounidense de origen Húngaro .Szasz, que tenía la teoría de que a otra persona no la podemos hacer feliz pero que si podemos hacerlo desgraciado, y que esa era la causa de que hubiera mas infelices en el mundo. Tal vez lo que quería decir es que la felicidad nace de dentro y que no podemos hacer feliz a una persona que no quiere serlo.
En contraposición a estos pensamientos nos dice Bernard Shaw :”Del mismo modo que no tenemos derecho a consumir riqueza sin producirla, no tenemos derecho a consumir felicidad si no la producimos, no tenemos derecho a consumir felicidad si no la sabemos crear, dar”. Del mismo modo pensaba Tolstoy :”No hay mas que una manera de ser felices: vivir para los demás”. Esto del pensamiento ya nos recordó el orientador que no es una ciencia exacta aunque no lo entendamos los que estudiamos ciencias.
Leyendo los Tratados Morales de Séneca en esa estupenda página de la biblioteca virtual de Miguel de Cervantes, en concreto el Libro Segundo De la Vida Bienaventurada, se puede ver la profundidad del pensamiento del autor que distingue virtud (fuente de toda felicidad) y deleite : “La virtud es una cosa alta, excelsa, real e infatigable; el deleite es abatido, servil, débil y caduco, cuya morada son los burdeles y bodegones. A la virtud hallarás en el templo, en los consejos y en los ejércitos, defendiendo las murallas, llena de polvo, encendida y con las manos llenas de callos. Hallarás al deleite escondiéndose y buscando las tinieblas, ya en los baños, ya en las estufas y en los lugares donde se recela la venida del juez. Hallarásle flaco, débil y sin fuerzas, humedecido en vino y en ungüentos, descolorido, afeitado y asqueroso con medicamentos. El sumo bien es inmortal, no sabe irse si no le echan, no causa fastidio ni arrepentimiento, porque el ánimo recto jamás se altera, ni se aborrece, ni se muda, porque sigue siempre lo mejor. El deleite cuando está dando más gusto, entonces se acaba, y como tiene poca capacidad, hínchase presto y causa fastidio, marchitándose al primer ímpetu, sin que se pueda tener seguridad de lo que está en continuo movimiento. Y así, no puede tener subsistencia lo que con tanta celeridad viene y pasa para acabarse con el uso, terminándose donde llega y caminando a la declinación cuando comienza.”
En la sesión del Vino Filosófico que tuvimos el privilegio de contar con la presencia de Oscar Brenifier y su peculiar método de trabajo, llegamos a la conclusión de que la felicidad estaba entre el saber y el tener. Para Séneca no esta en el tener sino en contentarse con lo que tiene: “Será, pues, bienaventurado el que es su juicio recto, y el que se contentare con lo que posee, teniendo amistad con su estado, y aquel a quien la razón guiare en sus acciones.”
Por último colocar una nueva cita de Séneca, en concreto el capítulo XVI en el que el Filósofo presenta una idea ascética y mística de la felicidad muy cercana a los predicados religiosos actuales en el cristianismo, sugiriendo que la obtendrá aquel que tenga como sumo deleite el desprecio de los deleites: “ Consiste, pues, la verdadera felicidad en la virtud: ¿y qué te aconsejará ésta? Que no juzgues por bien o por mal lo que te sucediere sin virtud o sin culpa, y que después de esto seas inmóvil del bien para el mal, y que en todo lo posible imites a Dios. Y por esta pelea, ¿qué se te promete? Cosas grandes, iguales a las divinas: a nada serás forzado, de ninguna cosa tendrás necesidad; serás libre, seguro y sin ofensa; ninguna cosa intentarás en vano: ninguna hallarás estorbo; todo saldrá conforme a tus deseos; no te sucederá cosa adversa, y ninguna contra tu opinión o contra tu voluntad. ¿Pues qué diremos? ¿Es por ventura la virtud perfecta y divina suficiente para vivir dichosamente? ¿Pues por qué no lo ha de ser? Antes es superabundante, porque ninguna cosa le hace falta al que vive apartado de los deseos de ellas, porque ¿de qué puede necesitar aquel que lo juntó todo en sí? Mas con todo eso, el que camina a la virtud, aunque se haya adelantado mucho, necesita de algún halago de la fortuna, mientras lucha con las cosas humanas, y mientras se desata el lazo de la mortalidad. ¿Pues en qué está la diferencia? En que los unos están asidos, presos y amarrados, y el que se encaminó a lo superior, levantándose más alto, trae la cadena más larga; y aunque no está de todo punto libre, pasa plaza de libre.”
Y para terminar, la receta que nos da para alcanzar la felicidad, lo que el se exige día a día en esa búsqueda: “Lo que de presente me pido a mí, no es el ser igual a los mejores, sino el ser mejor que los malos. Bástame el ir cercenando cada día alguna parte de mis vicios, y castigando mis culpas.”
Antonio Muro.
El otro dia cuando se proponía el tema cite a un Psiquiatra estadounidense de origen Húngaro .Szasz, que tenía la teoría de que a otra persona no la podemos hacer feliz pero que si podemos hacerlo desgraciado, y que esa era la causa de que hubiera mas infelices en el mundo. Tal vez lo que quería decir es que la felicidad nace de dentro y que no podemos hacer feliz a una persona que no quiere serlo.
En contraposición a estos pensamientos nos dice Bernard Shaw :”Del mismo modo que no tenemos derecho a consumir riqueza sin producirla, no tenemos derecho a consumir felicidad si no la producimos, no tenemos derecho a consumir felicidad si no la sabemos crear, dar”. Del mismo modo pensaba Tolstoy :”No hay mas que una manera de ser felices: vivir para los demás”. Esto del pensamiento ya nos recordó el orientador que no es una ciencia exacta aunque no lo entendamos los que estudiamos ciencias.
Leyendo los Tratados Morales de Séneca en esa estupenda página de la biblioteca virtual de Miguel de Cervantes, en concreto el Libro Segundo De la Vida Bienaventurada, se puede ver la profundidad del pensamiento del autor que distingue virtud (fuente de toda felicidad) y deleite : “La virtud es una cosa alta, excelsa, real e infatigable; el deleite es abatido, servil, débil y caduco, cuya morada son los burdeles y bodegones. A la virtud hallarás en el templo, en los consejos y en los ejércitos, defendiendo las murallas, llena de polvo, encendida y con las manos llenas de callos. Hallarás al deleite escondiéndose y buscando las tinieblas, ya en los baños, ya en las estufas y en los lugares donde se recela la venida del juez. Hallarásle flaco, débil y sin fuerzas, humedecido en vino y en ungüentos, descolorido, afeitado y asqueroso con medicamentos. El sumo bien es inmortal, no sabe irse si no le echan, no causa fastidio ni arrepentimiento, porque el ánimo recto jamás se altera, ni se aborrece, ni se muda, porque sigue siempre lo mejor. El deleite cuando está dando más gusto, entonces se acaba, y como tiene poca capacidad, hínchase presto y causa fastidio, marchitándose al primer ímpetu, sin que se pueda tener seguridad de lo que está en continuo movimiento. Y así, no puede tener subsistencia lo que con tanta celeridad viene y pasa para acabarse con el uso, terminándose donde llega y caminando a la declinación cuando comienza.”
En la sesión del Vino Filosófico que tuvimos el privilegio de contar con la presencia de Oscar Brenifier y su peculiar método de trabajo, llegamos a la conclusión de que la felicidad estaba entre el saber y el tener. Para Séneca no esta en el tener sino en contentarse con lo que tiene: “Será, pues, bienaventurado el que es su juicio recto, y el que se contentare con lo que posee, teniendo amistad con su estado, y aquel a quien la razón guiare en sus acciones.”
Por último colocar una nueva cita de Séneca, en concreto el capítulo XVI en el que el Filósofo presenta una idea ascética y mística de la felicidad muy cercana a los predicados religiosos actuales en el cristianismo, sugiriendo que la obtendrá aquel que tenga como sumo deleite el desprecio de los deleites: “ Consiste, pues, la verdadera felicidad en la virtud: ¿y qué te aconsejará ésta? Que no juzgues por bien o por mal lo que te sucediere sin virtud o sin culpa, y que después de esto seas inmóvil del bien para el mal, y que en todo lo posible imites a Dios. Y por esta pelea, ¿qué se te promete? Cosas grandes, iguales a las divinas: a nada serás forzado, de ninguna cosa tendrás necesidad; serás libre, seguro y sin ofensa; ninguna cosa intentarás en vano: ninguna hallarás estorbo; todo saldrá conforme a tus deseos; no te sucederá cosa adversa, y ninguna contra tu opinión o contra tu voluntad. ¿Pues qué diremos? ¿Es por ventura la virtud perfecta y divina suficiente para vivir dichosamente? ¿Pues por qué no lo ha de ser? Antes es superabundante, porque ninguna cosa le hace falta al que vive apartado de los deseos de ellas, porque ¿de qué puede necesitar aquel que lo juntó todo en sí? Mas con todo eso, el que camina a la virtud, aunque se haya adelantado mucho, necesita de algún halago de la fortuna, mientras lucha con las cosas humanas, y mientras se desata el lazo de la mortalidad. ¿Pues en qué está la diferencia? En que los unos están asidos, presos y amarrados, y el que se encaminó a lo superior, levantándose más alto, trae la cadena más larga; y aunque no está de todo punto libre, pasa plaza de libre.”
Y para terminar, la receta que nos da para alcanzar la felicidad, lo que el se exige día a día en esa búsqueda: “Lo que de presente me pido a mí, no es el ser igual a los mejores, sino el ser mejor que los malos. Bástame el ir cercenando cada día alguna parte de mis vicios, y castigando mis culpas.”